martes, 24 de mayo de 2011

Para seguir lo que empecé hace un tiempo...



Retomo lo que dejé en el tintero hace más de un año...Seguramente porque estoy encontrando, un poco por demás, estos baches de tiempo entre trabajo y trabajo que me dan espacio para empezar a crear. Buenas tardes a todos. Soy Vicky. Todavía no entiendo demasiado sobre esto de escribir blogs, pero acabo de encontrar la mejor excusa para escribir durante mis ratos libres, mostrarles algunas de mis fotos y compartir un poco acerca de mí.

No tengo mucho para decir hoy. El cielo está gris. Muy gris. Llueve, hace frío, y mis malvones se están mojando por demás (no sabía que hoy iba a llover y les pegué una regada fuerte por el cargo de conciencia que me da dejarlos los fines de semana sin agua). Es muy loco cómo me encariñé con esas plantitas que tengo en el balcón que dá a la calle Seguí. Siempre pienso que debe ser porque no tengo ni hijos ni marido. Como que mi instinto de madre se empezó a despertar cuando tuve a mis primeras plantitas (disculpen, sobrinos, que los adoro con todo mi corazón, pero las plantas no lloran y dejan dormir ;-) ). Tarde, pero seguro. Casi me pongo a llorar un día cuando volví de viaje y en la maceta naranja había quedado un palo flaco con dos intentos de hojas marrones que pedían auxilio y "¡un poco de agua, por favor!". Juro que ya no hago más esa maldad. Ahora, cuando me voy, las meto en una palangana con agua y las dejo en el lavadero, que entra bastante luz. Y cuando llego, suelen seguir bien verdes y con algún que otro pimpollo nuevo que me deja contenta. Es como que me hace sentir una buena madre. Jajaja, sí, madres, ríanse. Deben estar pensando: "Ojalá fuera tan simple como dejarlo un rato en una palangana con entrada de luz...". Pero, bueno, esto es lo que me toca hoy a mi. Ya les voy a contar el día que sea mamá de verdad.

Hablando de niños y de mamás, les dejo un deja vú de hace unos años, cuando viajé con Tere y Bechi a Amsterdam. Fue en el Museo Van Gogh. Fui dos veces y es uno de los museos más lindos que conocí. Que lo disfruten...

Pequeña Van Gogh

Esa tarde su mamá no tenía con quién dejarla. Entonces la llevó al Museo. Ella no tenía más de 6 años y se notaba. Con las piernas abiertas en forma de V y sentada en el piso, dejando espacio para poner en el medio las hojas que traía en su valijita, la chiquita trataba de imitar las flores violetas de un Van Gogh que, cuando pintó ese cuadro, todavía tenía dos orejas. Al costado, sus lápices de colores están simpáticamente desparramados y con poca punta. Y ella, muy concentrada, levanta la cabeza, mira el cuadro e intenta seguir emulando al maestro de los impresionistas, mientras los turistas esquivan, como pueden, su cartuchera rosa y su valijita. Quién sabe, quizás se esconda una gran artista detrás de esas manos chiquitas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario